De familia clase media, el multifacético artista estuvo fuertemente influenciado por los talentos de sus padres; su madre era pianista e intérprete de arpa y su padre además de rentista era poeta aficionado, traductor de inglés y alemán.
Por razones de salud, el novelista, dramaturgo, poeta, músico de jazz, ingeniero, periodista y traductor, inició estudios en su propio hogar, para luego ingresar a los liceos Hoche de Versalles y Condorcet de París, logró diplomarse como ingeniero metalúrgico.
Boris Vian, nació en un municipio a las afueras de París en el año 1920, y en su adultez fue parte de la bohemia parisina, compartiendo amistad con Simone de Beuvoir y Jean-Paul Sartre entre otros personajes destacados de la época.
En el ámbito literario, Vian empezó a destacarse con los relatos que escribía para “Les Temps Modernes”, casi siempre firmadas con seudónimos, pero algunas de sus biografías señalan como su primera novela “Vercoquin y El Plancton”. Entre sus obras más controvertidas figura “Escupiré sobre vuestra tumba” firmada también con seudónimo, pero por cuya autoría debió responsabilizarse y pagar una multa por “ultraje a la moral y las buenas costumbres”, es una obra bajo la forma de novela negra y una fuerte denuncia del racismo.
El también autor de La espuma de los días, El otoño en Pekín, y La hierba roja, se casó por primera vez con Michelle Léglise, madre de sus dos hijos Patrick y Carole y quien según algunas biografías, le fue infiel con su amigo Jean-Paul Sartre. Dos años después de haberse divorciado de su primera esposa, Vian se casa nuevamente con la actriz y bailarina Ursula Kubler.
Vian también creó poesía y otros escritos enmarcados en diferentes géneros, es recordado como uno de los representantes del existencialismo parisino. He aquí algunas frases de sus creaciones:
-¿A qué se debió la caída de Adán y Eva? Nadie supo responder, pues en el campo no es pecado hacer el amor.
-Pareciera, en efecto, que las masas se equivocan y los individuos siempre tienen razón.
-Sólo se es libre cuando no se desea nada, y un ser perfectamente libre no debería desear nada. Y como yo no deseo nada, llego a la conclusión de que soy libre.
-No se queda uno porque quiera a alguien: dejamos de irnos si no detestamos a nadie, y nos vamos cuando odiamos. Sólo lo desagradable nos mueve a obrar. Somos cobardes.
-Toda la fuerza de las páginas de demostración que siguen procede del hecho de que la historia es enteramente verdadera, ya que me la he inventado yo de cabo a rabo.
-Él, tan apacible y tranquilo de ordinario, había visto evaporarse en el aire tanto sus buenos principios como su mansedumbre.
-¿Tienes miedo de que me sienta decepcionado cuando lo haya olvidado todo? Es preferible sentirse decepcionado que seguir esperando en el vacío.
Seguir a @SimplesComillas