Su pensamiento debe ser enmarcado dentro del espíritu crítico de la Ilustración francesa, patente en rasgos como la tolerancia religiosa, la aspiración de libertad y su concepto de la felicidad en el sentido cívico, si bien se desmarcará de otros autores de la época por su búsqueda de un conocimiento más concreto y empírico en oposición a la abstracción y método deductivo dominantes.
Podemos decir que como difusor de la Constitución inglesa y teórico de la separación de poderes se encuentra muy cercano al pensamiento de Locke, en tanto que como autor de las Cartas persas podría situarse próximo a Saint-Simon. Sin embargo, el pensamiento del señor de La Brède es complejo y tiene esa personalidad propia que le convierte en uno de los pensadores más influyentes en el seno de la historia de las ideas políticas.
Entre sus obras más destacadas están:
Del espíritu de las Leyes (1748)
Cartas persas (1721)
El templo de Gnide, (1724)
Sistema de ideas (1716)
Arsace y Isménie (1730)
Consideraciones sobre las causas de la grandeza y decadencia de los romanos (1734)
Estas son algunas de sus frases más recordadas:
«Las leyes inútiles debilitan a las necesarias.»
«Los países mejor cultivados no son los más fértiles sino los más libres.»
«Nada agravia tanto a los hombres como ir contra sus ceremonias y costumbres.»
«La cobardía es madre de la crueldad.»
«El que estando enfadado impone un castigo, no corrige, sino que se venga.»
«Feliz el pueblo cuya historia se lee con aburrimiento.»
«Las costumbres hacen las leyes, las mujeres hacen las costumbres; las mujeres, pues, hacen las leyes.»
«No hay tiranía más cruel que la que se perpetra bajo el escudo de la ley y en nombre de la justicia.»
«Una injusticia hecha al individuo es una amenaza hecha a toda la sociedad.»
«Entre menos piensa el hombre, más habla.»
«Yo no me encuentro a mí mismo donde me busco. Me encuentro por sorpresa cuando menos lo espero.»
«La palabra es mitad de quien la pronuncia, mitad de quien la escucha»
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